Dicen que la felicidad se encuentra en el camino y no en el destino, pero como toda regla, siempre hay excepción; y esta villa de lujo ubicada en la Sierra de Altea es una de ellas. Como con ninguna otra, aquí puedes disfrutar del camino con sus paisaje y naturaleza hasta llegar al destino, un hogar donde encontrar la bonanza en mayúsculas.
Porque felicidad es compartir con los tuyos en esta casa minimalista de nueva construcción con unas impresionantes vistas al mar, equipada con las mejores calidades y un diseño perfecto. Te espera una amplia terraza de 145 metros, la luz que entra por las grandes cristaleras y la brisa marina que sube por la montaña.
Felicidad es privilegio y qué mayor privilegio que poder preparar las mejores recetas en su cocina abierta al luminoso comedor con una isla central; poder desayunar tomando el sol en el porche; o ver cómo la casa se tiñe de rosa cuando se pone el sol mientras disfrutas con los amigos en la zona de juegos.
La felicidad es poder compartir sin perder la privacidad y qué mejor que disponer de cuatro dormitorios, donde el principal tiene la cama mirando al mar, un acceso a una terraza privada, baño en suite y vestidor.
Felicidad es tenerlo todo al alcance de la mano, con una propiedad equipada con ascensor, sistema de seguridad, suelo radiante, aire acondicionado, iluminación técnica y zonas ajardinadas.
La felicidad, en definitiva, está en el bienestar, y qué mayor bienestar que tener tres espacios abiertos inundados por la luz del Mediterráneo, una amplia terraza y una piscina con un lateral en sinfín para no perder el mar de vista ni un sólo instante.
Porque felicidad es compartir con los tuyos en esta casa minimalista de nueva construcción con unas impresionantes vistas al mar, equipada con las mejores calidades y un diseño perfecto. Te espera una amplia terraza de 145 metros, la luz que entra por las grandes cristaleras y la brisa marina que sube por la montaña.
Felicidad es privilegio y qué mayor privilegio que poder preparar las mejores recetas en su cocina abierta al luminoso comedor con una isla central; poder desayunar tomando el sol en el porche; o ver cómo la casa se tiñe de rosa cuando se pone el sol mientras disfrutas con los amigos en la zona de juegos.
La felicidad es poder compartir sin perder la privacidad y qué mejor que disponer de cuatro dormitorios, donde el principal tiene la cama mirando al mar, un acceso a una terraza privada, baño en suite y vestidor.
Felicidad es tenerlo todo al alcance de la mano, con una propiedad equipada con ascensor, sistema de seguridad, suelo radiante, aire acondicionado, iluminación técnica y zonas ajardinadas.
La felicidad, en definitiva, está en el bienestar, y qué mayor bienestar que tener tres espacios abiertos inundados por la luz del Mediterráneo, una amplia terraza y una piscina con un lateral en sinfín para no perder el mar de vista ni un sólo instante.